👁️🗨️lecturas: lecturas
Los jóvenes de primer año del Colegio Técnico de Hechicería de Tokio se encontraban practicando en el campo de entrenamiento, cuando Satoru llegaba con las manos en los bolsillos.
— Chicoos —Cantarruneo el mayor con una sonrisa.
Maki detuvo la fuerza concentrada del palo de madera antes que impactará en la cabeza de Isagi. — ¿Ya regreso este idiota?
— ¡Sensei! —Exclamó contento Isagi corriendo hacia su profesor buscando refugiarse en él, cayendo al pasto tras la sancadilla con el pie de Maki que se deslizó por el mismo. —¡Maki! —Se quejó, escuchando las risas del resto de sus compañeros ante la escena.
La de cabellos verdes se encongio de hombros —No habíamos terminado el entrenamiento.
Isagi Masumi, un joven hechicero de 16 años, de cabello rubio y ojos verdes. Habia ingresado al mismo tiempo que panda, Toge y Maki, luego se incorporo Yuta con el cual se habían vuelto bastante cercanos. Isagi ya llevaba unos meses en el mundo de Jujutsu pero no pasaba de un hechicero de segundo grado como su compañera.
Isagi mas que el resto del grupo, admirada y apreciaba a Satoru Gojo, no podía creer que el mas fuerte fuera su profesor de primer año.
— ¡Adivinen a donde iremos hoy!
Panda y Isagi se emocionaron, el joven subiéndose a la espalda del panda.
— ¡Tokio! ¡Tokio! — gritaban al unísono. Maki solo revoleaba los ojos caminado hasta Toge y Yuta con los brazos cruzados sobre su pecho, le irritaba que fueran tan inadaptados pero hace bastante no tenían una misión y por eso entendía las emociones.
— Iremos a ¡Shinjuku! —Comunicó con exaltación Satoru, le llenaba ver a sus alumnos contentos, aunque algunos tuvieran un carácter más duro, los quería por igual.
—¿A la capital? —Cuestionó Maki, con poca emoción
Satoru mantenía una postura relajada y su sonrisa característica. Asistió — Según el informe en el abandonado hospital, hay varias maldiciones de grados menores y una de primer grado por lo que les toca ir a todo el grupo y trabajar en equipo. Y si les va bien... ¡Los comprare dulces a todos! — Dijo lo último llevándose ambas manos cerca del rostro con el signo v.
Isagi no podía con la emoción, no tenia totalmente desarrolladas sus habilidades pero de a poco iba dominando su técnica maldita, Materialización de energía maldita. Pudiendo generar armas de la preferencia de su portador o crear clones de su mismo de energía maldita pura para combatir. Si sus habilidades no lograban ser lo suficientemente fuertes cuando llegara el momento, podría ser algo de vida o muerte.
Satoru Gojo observaba a los jóvenes caminar adelante de él pero su atención se centro en Isagi, tenía la misma cabellera y estructura corporal menuda igual que Haru, ¿Tendrán algo que ver ellos dos?
Isagi se volteo por un instante molestando a Yuta, fue como verlo en cámara lenta. La expresión en su rostro, ojos achinados por la sonrisa. La similitudes sorprendieron al albino, eran como fotocopia del otro y se reprochaba el no haberlo notado antes. La única diferencia era el color de sus ojos.
あなたがいると私の人生には意味がある
Haru cumplía su horario en la cafetería en la que trabajaba desde que había llegado a Tokio, de esa manera poder cubrir los gastos de ella y su hermano. No eran muchos los empleados en ese lugar, por lo que era un trabajo mas pesado pero la paga era mejor que en alguna cafetería de franquicia.
Al estar en las instancias finales de sus estudios, tenía horarios más flexibles permitiéndole trabajar y descansar un poco más, aunque descansar no sería la palabra que ella usaría.
Suspiró apoyándose en el mostrador luego de haber atendido a los clientes de esa tarde, el lugar estaba bastante concurrido. Su jefa, era una mujer cálida de mediana edad que se encargaba de la caja mientras ella del resto, fue un lugar de refugio para Haru tras llegar a la gran ciudad, a lo que ella estaba muy agradecida. El departamento donde residía fue gracias a ella, alquilar no es fácil en Tokio y menos para una niña de 19 años recién salida de la preparatoria.
—Masumi, Ahí llego. ¿Podrías encargarte de recibir el pedido del joven Tadashi?
Haru asintió al pedido con una sonrisa.
—Por supuesto, Kiyokosan.
Salió empujando la puerta de cristal encontrándose con el muchacho. Tadashi junto con Soo mei , eran las únicas personas que podía llamar amigos en ese momento de su vida. Tadashi tenia 22 igual que ella y estuvo muchas veces para Haru cuando la notaba totalmente cansada y el trabajo la dejaba agotada, ayudándola a dejar todo en condiciones para la jornada del día siguiente o acompañarla a su casa luego de los turnos que terminaban tarde en la noche, se habían conocido ya que su familia abastecía la cafetería.
—¡Tadashikun! —Lo saludó acercándose a él junto al auto, saludándolo colgándosele pasando su brazo por sus hombro. El joven respondió al contacto con la misma energía.
— ¿Cómo has estado, Haruchan? — Preguntó afectuoso yendo a abrir el baúl del vehículo, ella se encogió de hombros con una sonrisa antes de responder, siguiéndolo para ayudarlo.
A una poca distancia, los jóvenes volvían exhaustos luego de exorcizar 10 maldiciones, tenían algunos golpes y raspones pero nada grave. Habían decido volver junto con su profesor en metro, ya que no había disponible quien los buscara y ahora les quedaba caminar unas cuadras hasta el colegio.
Gojo iba callado junto con sus alumnos hundido en sus pensamientos, no era momento para bromear con el cansancio que cargaban los chicos en ese momento. Levanto la vista cuando escucho la la voz de Isagi, decir "¡Ya vuelvo, Sensei!" antes de correr unos pasos mas adelante cruzando la calle estando frente a una cafetería, yendo hacia una chica y un chico sobre la calle que conversaban animosamente.
Satoru levanto una ceja, curioso observó, la chica saludaba con un abrazo a su estudiante y el chico de cabello castaño lo saludaba con un agarre de manos juntando sus hombros, en un saludo varonil. Rubio con Rubio, Haru, confirmando su suposición. No dejes que te vea , pensó al instante que presintió que ella volteaba a ver donde estaban esperando al blondo, como una ráfaga de aire que dejo un rastro Satoru se esfumo del lado de sus estudiantes, los cuales miraban a su alrededor extrañados ¿A dónde carajos se fue Satoru Gojo?
Haru miró detrás de su hermano y movió su mano en señal de saludo cuando vio al grupo que parecían ser sus compañeros, frunció el ceño confundida al ver ¿Eso era un panda? A diferencia del resto, a Yuta ya lo conocía por las veces que se lo encontró en el departamento con Isagi y parecía un chico sano.
—¿Alguno sabe que es esa mujer de Isagi? — Sus alumnos no sabían de donde provenía la voz del albino hasta que lo encontraron detrás de Panda hecho pequeño, parecía un gato arisco.
—Hueva de abadejo —Respondió Inumaki
— Su hermana Gojo Sensei —Revelo Yuta con una pequeña risa que intento sofocar con su mano.
M.I.E.R.D.A, pensó el más fuerte. De todas las personas esos dos tenían que ser familia y vos, Imbecil, fijarte en la hermana del alumno al que mas le agradas, bien ahí Satoru...
Hasta que una idea se plantó en su cerebro, se incorporó escondiendo su cuerpo detrás del robusto cuerpo, viendo a los dos interactuar. El albino nunca pensó antes algo así pero Haru tenia puesto un delantal beige bordado de algunas flores y hojas que le quedaba hermoso...
Si ninguno de los dos se enteraba que el estaba en el medio ¿No tenía porque haber problemas, verdad?
あなたがいると私の人生には意味がある
Desde el día de la lluvia Haru y Satoru se habían estado mandando mensajes. Unos dos días después de descubrir el vinculo entre Haru e Isagi, Satoru le envío un mensaje a Haru ofreciéndole verse luego de su turno, a lo que ella acepto al instante, pasándole la dirección de donde quedaba su lugar de trabajo, obviamente Satoru ya sabia donde quedaba.
Haru se despidió de Kiyoko mientras se aferraba a su bolso, al ver al albino afuera del local y la sonrisa de ambos fue imposible que no creciera en sus rostros al verse el uno al otro.
Satoru Gojo, con el peso de ser el equilibrio del mundo y el mas fuerte ante todos no se permitió antes experimentar los placeres y las frivolidades de la vida humana pero eso había cambiado, cuando Haru reapareció en su vida y esa vez no quiso soltarla, ella le permitía tener contacto con esa parte suya.
Ambos se encontraban sentados en el césped cerca de un lago que había en ese parque, Haru sorprendió a Satoru con un pedazo de pastel que creyó que le gustaría al albino el cual había separado cuando recibió el mensaje. Los ojos le brillaron cuando quito el envoltorio encontrándose con un cheesecake de maracuyá.
El hechicero se rio tontamente de la alegría, lo cual hizo reír a Haru, parecían contagiarse, le extendió una cuchara para que pudiera comerlo. En el momento que él le dio el primer bocado, ganas de golpearse la frente no le faltaron.
—¿Tu..no vas a comer? — Preguntó antes de pasar el bocado y un sonrojo en sus mejillas, también se dio cuenta que solo era un cubierto el que ella trajo. Haru negó levemente con gracia, volteando a mirar el agua moverse con una sonrisa, se encontraban a mediados de septiembre con el otoño dando vueltas.
— Tranquilo, es todo tuyo, yo me empalago al estar todo el día alrededor de cosas dulces —Mintió piadosamente al ver que le había gustado mucho la porción y no quería hacerlo sentir mal, en realidad quería que lo disfrutara. Abrazo sus piernas contra su pecho apoyando su cabeza para ver a Satoru desde una posición mas cómoda, el parque era todo para ellos a esa hora de la noche.
Satoru sintió una gran conmoción dentro de él, ella parecía preocuparse por el, por que se sintiera bien, se daba cuenta que no era completamente honesta porque el día que merendaron ella compartió cosas dulces con él. Saber que ella haría eso por el, llenaba su pecho de algo que no podía distinguir aún. Los mechones rubios que se escapaban de su despeinada coleta caían delicadamente sobre su rostro.
—¿Puedo preguntarte algo? — Dudó ella.
— Puedes preguntarme lo que sea, Haru.—Respondió dándole una de sus sonrisas que derretiría a cualquiera.
—¿Crees que es verdad eso que dicen que a veces no se dan las cosas como quisiéramos pero nos conducen a lo que necesitamos?
Parecía poco el tiempo que compartieron pero algo en él tenía esa sensación, que las cosas que no resultaron lo terminaron llevando a ella y aquello no le disgustaba del todo...
Satoru suspiró antes de responder, estirando sus piernas y apoyando su peso es sus manos atrás de él, mirando el agua.
—Me gusta pensar que en la vida, las cosas no siempre salen como planeamos, pero esa es la aventura, ¿No crees? A veces, las cosas salen mejor de lo que nunca hubiéramos pensado, y.... otras veces, simplemente nos llevan a un lugar mejor, aunque no sea el lugar donde esperábamos terminar. Como digo es un libro sin fin. Cada capítulo y cada página, son parte de una historia sin final, mas que la muerte. Y, aunque no entendemos la historia completa, y no sabemos cómo se desarrollará y eso angustie muchas veces, es importante vivir cada página de nuestra propia historia. Aunque no siempre podemos controlar el destino, siempre podemos escoger cómo vivimos cada página de nuestra historia. Podemos elegir ser personas resilientes, bondadosas, y abiertas al cambio. Y aunque las cosas no siempre salgan como deseamos, podemos encontrar una manera de hacer las cosas mejores, incluso en el peor de los momentos.
Satoru dejó de ver el lago para concentrarse en ella nuevamente y en sus celestes ojos pudo distinguir una lagrima deslizarse de uno de sus ojos, cuando Haru se percato de su desliz, sus ojos se abrieron y paso bruscamente la manga de su abrigo por aquel lugar. En el rostro de Satoru se podía ver lo afligido que estaba, no sabía si acercarse o darle su espacio...
¿El había dicho todo eso?, pensó Haru.
—Wow, yo. Jaja. — Intentó quitarse el nudo de la garganta que se le había formado al escucharlo, minimizando sus propias emociones, pero parecía imposible. Y de entre la risa nerviosa se le escapó un sollozo, que la hizo callar.
No cometas el mismo error dos veces, pensó él.
Apoyó suavemente su mano en el menudo hombro, ella volteó a verlo y las lagrimas desbordaban de sus ojos, intentaba contener la respiración y mirar hacia arriba para detener aquello.
—Perdón, no quiero que pienses que soy una inestable. Solo que, yo..—otro sollozo se le escapó y una sonrisa torcida se formó en su rostro —La vida me pesa en ocasiones.
—Ven aquí.
—¿Eh? —Haru lo miró como si estuviese loco.
—Ven. Aquí. —Repitió esta vez mas firme pero suave, atrayéndola a su pecho, y como él parecía tener ese poder en ella, se dejó, se dejó abrazar como tanto necesitaba hace bastante, si hubiera sido otro seguramente le hubiera rociado gas pimienta pero con él se sentía diferente, se sentía...seguro.
Satoru contuvo a Haru un buen rato hasta que incluso sintió que ella se relajo tanto que su respiración se volvió lenta.
¡¿Se durmió?!
Aunque él lo entendía, podía sentir su cansancio, la cantidad de energía maldita que poseía en su cuerpo también podía cansarla si no la sabia canalizar, las ojeras marcadas bajo sus ojos con el maquillaje corrido ya no se podían tapar. Con su cabeza ahora en su regazo, podía apreciar sus rasgos sin apuro. Corrió con sus dedos los mechones perdidos de su rostro, observándola. Se quedaría ahí aunque sus piernas se durmieran hasta que ella se despertara y pudiera llevarla a casa.
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