👁️🗨️lecturas: lecturas
2006 | Tokio, Japón
Satoru se encontraba molestando a Suguru, pateándole la pata de la silla mientras se reía solo, para el era gracioso. El de cabellos negros a veces no entendía como para tener el título del más fuerte podía ser tan inmaduro.
—Satoru —Suguru dijo en un tono de advertencia. El albino hizo caso omiso — Satoru — Repitió más fuerte volteando a verlo.
Preguntó con una sonrisa burlosa y un tono ingenuo —¿Qué pasa, Suguru?
Suguru Geto lo observo sin emoción, seguía fastidiándolo con su pie, le tomó un segundo lanzarle una pequeña maldición de Grado Menor que sorprendió al albino tumbándolo de la silla. Shoko suspiró, ya estaba acostumbrada a que esos dos iniciarán disturbios, soltó por lo bajo "Voy a fumar" lo cual ninguno escucho al estar centrados en lo suyo.
—¿Qué hacen ustedes dos?—Cuestionó serio Yaga entrando al aula, observando la escena.
Satoru estaba intentando evitar que la maldición que parecía una rana le pasara la lengua que sobresalía expectante de cumplir el cometido. Suguru empujaba esta contra su mejor amigo.
La presencia de Yaga distrajo a Satoru el tiempo suficiente para que la lengua de la maldición dejara un rastro de saliva en su mejilla. Suguru comenzó a reír y Satoru tenia arcadas.
Yaga camino hasta apoyarse sobre el escritorio —¿Podrían comportarse por una vez? Tienen misión.
Ambos estudiantes procedieron a sentarse en sus asientos.
—Una maldición de Primer Grado esta haciendo desaparecer un par de niños en una escuela abandonada en la zona sur de Tokio.
Satoru se despatarro sobre la silla del aula, resoplando exageradamente. —¿Qué esos niños no tienen padres para que los cuiden que necesitan que nosotros vayamos a rescatarlos?¿Por qué debemos ir nosotros a esa precaria misión?
La actitud arrogante del albino podría generar molestia en otras personas pero tanto su profesor como su mejor amigo ya estaban acostumbrados a este.
—¿Algo en particular que debamos saber? —Preguntó interesado Suguru Geto.
Yaga suspiro cansado, negando.
—Nada que no hayan hecho antes.
あなたが現れてから人生には意味がある
Satoru caminaba pateando una piedra en el suelo, resoplando irritado. ¿Por qué el más fuerte debía ir a hacer el trabajo de hechiceros mediocres?
—Deberías ser un poco más humilde, Satoru. Pareciera como si tu parte humana perdiera contra tu arrogancia y sentido de superioridad.
Satoru frunció el ceño, podría ser pero alguien quien creció con una carga tan pesada, no era fácil que se permitiera caer de ese pedestal donde lo habían puesto, incluso si era solitario.
—¿No te molesta que nos manden a hacer esto? Somos los más fuertes, Suguru. Si por nosotros fuese podríamos destruir todo esto. —Dijo gesticulando con sus brazos
No podía creer lo que escuchaba.
—Tus ideas del poder van a corromper a tu corazón, Satoru y cuando eso ocurre no hay vuelta atrás. Y no, no me molesta, porque no usar correctamente el poder que se nos concedió, aunque sea horrible, puede tener un gran castigo a futuro.
Satoru se quedó en silencio todo el camino ante las palabras de su mejor amigo.
Cuando se detuvieron frente a la puerta de la escuela abandonada. Suguru sintió a la maldición, no parecía ser una simple maldición de Primer Grado como les habían dicho. Satoru ya estaba listo para pelear, a lo que lo detuvo tomándolo por el hombro.
—Satoru no seas escandaloso, primero veamos a que nos enfrentamos.
El albino viró los ojos.
Caminaron silenciosamente hasta el interior de la escuela, las energías eran pesadas, el polvo inundaba el lugar, los vidrios opacos, parte del mobiliario escolar estaba destruida regada por los pasillos, seguro pasaron jóvenes vándalos y vagabundos. Una parte de Suguru le producía repulsión ver ese lado de la sociedad.
Se detuvieron abruptamente cuando comenzaron a escuchar ruidos en el pasillo del costado. La maldición parecía estar buscando algo o alguien.
—Niñaa— La voz se escuchaba distorsionada y terrorífica. Ambos hechiceros se pusieron tensos.
Inclinaron la cabeza, escondiendo sus cuerpos al costado de una esquina del pasillo, viendo a la Maldición que iba en la dirección opuesta a donde estaban ellos, por detrás se podía apreciar que era de un tamaño importante rosando el techo de la institución, de un podrido color y olor, tenía brazos grandes con garras afiladas y dientes filosos, se arrastraba con sus extremidades superiores.
Suguru le estaba por hacer una seña a Satoru pero este se adelanto diciendo "cúbreme" guiñando el ojo izquierdo. El de cabellos negros negó levemente resignado, sonriendo también.
—¡Hey bonita! ¿Cómo es eso de que no quieres jugar conmigo?— Una sonrisa irónica se dibujo en su rostro, con una pequeña inclinación en la esquina de su boca.
La maldición se volteo gruñendo, Suguru se preparo para atacar poniendo a su disposición unas cuantas maldiciones. El combate inició con Satoru propiciándole el primer golpe y Suguru contraatacando. La maldición de Grado Especial parecía dar pelea, chillaba irritada.
Suguru se distrajo un momento cuando diviso una niña corriendo por el pasillo, intentando escapar. La maldición se dio cuenta de esto y comenzó a correr detrás de ella, dejando el combate detrás.
—¡Satoru!¡La niña!— Advirtió
Este se encontraba arriba de la maldición, la cual intentaba quitárselo de encima con sus garras mientras corría por su presa. El albino parecía disfrutar la pelea ya que se reía de a ratos y una sonrisa adornaba su rostro juntó sus manos en un puño antes de golpear fuertemente la cabeza, desestabilizándola, derrapando en el suelo.
Satoru observó como Suguru invocaba a Kuchisake-Onna un espíritu vengativo.
—Ve tras ella, yo me encargo desde aquí.
Asintió haciéndole caso, corriendo detrás de la niña, la cual ya no está a a la vista. Tras doblar en el pasillo, uso sus seis ojos para sentir la energía de la pequeña. Distinguió en una de las aulas la energía de la misma. Le llamo la atención que se vislumbraba como un aura blanca alrededor de esta dibujando su figura, nunca antes había visto algo así.
Ingreso al aula, estando más cerca podía escuchar el lloriqueo de la niña, se agachó un poco encontrando el menudo cuerpo escondido debajo de uno de los escritorios.
Una calidez que no sabia de donde provenía inundo su pecho, Satoru desactivo su infinito y toco suavemente su hombro, no esperando lo que iba a ocurrir.
Miles de escenas se reprodujeron en su mente, parecía ver toda una vida en segundos, donde sus ojos tenían la primera persona y veía a esa niña convertida en adulta, riendo, llorando, enojada, sus ojos brillando para él, lo observaban con amor.
Cuando volvió a la realidad cayó bruscamente hacia atrás sobre sí, arrastrándose con sus pies, tratando de poner distancia pero no llego muy lejos, sus ojos abiertos, sorprendido y un poco asustado, jadeaba ante la abrumadora ola de emociones en segundos. ¿Qué carajos fue eso?
El lloriqueo de la niña ya no se oía, al igual que ya no había sonidos de pelea, está observaba al mayor en silencio. Grandes ojos celestes clavados entre sí.
La respiración de Satoru de a poco fue tranquilizándose y sus hombros se aligeraron, ¿Ella había visto lo mismo que el?
Podía apreciar el rastro de las lagrimas en su delicado rostro, la zona debajo de sus ojos colorada al igual que la punta de su nariz por lo mismo. Ambos solo se limitaban a mirarse, la menor sintiendo un soplo de seguridad se arrastró lentamente de debajo del escritorio, sus rodillas las cuales el albino pudo apreciar una vez que estuvo parada ante él, tenían raspones donde la sangre estaba seca.
Percibía un poco de la niña, sus hombros se curvaban hacia adentro y su postura se torcía un poco al no poder estirar completamente sus piernas, ella sentía dolor físico e internamente sentimientos de inferioridad y miedo pero la energía maldita que su cuerpo desprendía no coincidía con ello.
Debía saber el nombre de la niña y de donde había salido.
Satoru estaba por hablar cuando una alerta se despertó en su cuerpo al sentir una baja abrupta de energía en el cuerpo de la pequeña y por un instinto que desconocía que poseía, se apresuro a tomarla en sus brazos antes que golpeara contra el áspero y duro concreto.
—Satoru, ya termine con el problema ¿Pudiste encontrar a la niña..?— La voz de Suguru fue disminuyendo cuando entró en el aula, encontrándose con una escena que nunca imagino ver.
Él, el más fuerte, tenía en brazos aquella niña como si fuera una de las cosas más frágiles, como si fuera una flor que con una pequeña fuerza quedaría despedaza con sus pétalos desprendidos y la observaba perplejo, perdido en todo lo que sus seis ojos captaban.
—¿Estas bien, Satoru?
El albino recién volvió en si cuando sintió el suave toque de Geto en su hombro, soltando un suave "¿Huh?" volteando a verlo, asintiendo levemente todavía algo desorientado. Suguru decidió no insistir con el tema y ambos se marcharon de aquel lugar.
あなたが現れてから人生には意味がある
Satoru se encontraba sentado afuera de los escalones de la entrada de la Escuela Técnica Metropolitana de Hechiceros de Tokio, observando en silencio a aquella niña descansar recostada en el asiento trasero de aquel auto que la llevaría a su hogar.
Yaga hablaba con Suguru, Shoko también estaba ahí oyendo, había revisado que la niña estuviera sana antes de regresar a casa, los tres compartían de vez en cuando algunas miradas que iban al albino. Uno de los asistentes asintió ante la directiva del profesor y cerró el auto para ponerse en marcha.
Algo despertaba en el adolescente que se incorporó rápidamente viendo el auto alejarse, sentía como si algo se desprendiera de él. Satoru no quería sentir o experimentar lo que sea que fuera eso, ¿Cómo podía arrancarse esa sensación del pecho?
Sus amigos lo observaban a sus espaldas, en sus rostros se reflejaba la preocupación al no saber que había pasado. No estaba el arrogante e infantil Satoru que era la mayor parte del tiempo.
Shoko se acerco tomándolo del brazo, tirando suavemente de él para que la siguiera.
—Entremos, Satoru.
Satoru recordó que ni siquiera pudo saber el nombre de la pequeña.
Aquel día marcó un antes y un después en la vida del Hechicero más fuerte de la actualidad, meses después ocurrían los hechos que lo marcarían aún más, el fracaso de la Misión del Cuerpo de Plasma Estelar y...perder a su mejor amigo, Suguru Geto.
Con los años, Satoru enterraría la existencia y lo sucedido con aquella niña en lo más profundo de su mente, olvidándola...
holissss
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